La gente se hace mayor, y es algo nadie puede evitar. Tarde o temprano todos llegaremos a una edad en la que necesitaremos de atenciones y cuidados que no todas las familias están en la disponibilidad de dar, menos aún cuando están a muchos kilómetros de distancia.
Incrementar el nivel de salud de la población adulta
mayor es una tarea compleja. No sólo es importante mejorar la cantidad
y la calidad de los servicios asistenciales, sino que también es
indispensable que toda la población tome conciencia de que, una mejoría
en este plano, supone cambiar estilos de vida o conductas no saludables
tales como lo son los malos hábitos alimentarios, el tabaquismo, la
falta de ejercicio físico, el consumo excesivo de alcohol y la automedicación.
Existe un enorme potencial para mejorar la salud a través de la adopción de conductas saludables.
Estas, constituyen el fundamento más sólido de las acciones
preventivas, las cuales son de vital importancia y es por ello, que lo
más conveniente para que sean tomadas seriamente y llevadas a cabo, es
que se debe impulsar a las mismas desde la temprana edad.
Por ejemplo:
A
medida que avanza nuestra edad, los expertos aseguran que disminuye la
sensación de sed. Sin embargo, las necesidades de ser cuidado que tiene
nuestro organismo son las mismas, por lo que resulta especialmente
importante crear un hábito adecuado de ingesta de agua para las personas
de edad avanzada.
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